Óleo sobre lienzo. 150 x 90. Enero 2007
El Río Negro es el mayor río de aguas negras del mundo y el afluente más caudaloso del Amazonas. Su cauce araña una exhuberante vegetación cuya frondosidad es absorbida por una oscuridad templada. Un paisaje inquietante. De día, el reflejo de las aguas devuelve un sol duro e inmisericorde que no deja adivinar ni por un momento toda la vida que esconde bajo su lámina tranquila.
El atardecer lo torna mágico. Toda su negrura se convierte en un espectáculo de colores incendiados. El cielo en la tierra. El fuego en el agua.
De noche, mejor no saberlo.