Como el despertar de una siesta un viernes por la tarde.
Como una ducha caliente después de correr bajo la lluvia.
Como el deshacer uno a uno los caracoles de tu pelo.
Como el soplido sobre el escozor.
Como el olor a tierra mojada.
Remansada, apaciguada, suave.
Así es la calma que sigue a la tormenta.